Autor: Alvaro Lara Márquez / Buenos Aires, Argentina / Todos los derechos reservados.
miércoles, 9 de junio de 2010
Argentina, un país donde se vive del futbol y a veces... Se muere por el futbol.
En países como Venezuela, vas a un restaurante y las conversaciones son generalmente de política.
En países como Chile, entras a un restaurante, escuchas las conversas de las mesas cercanas, y el tema es principalmente de negocios.
Y en Argentina, llegas a un restaurante, a un bar, al banco, la puerta rayada del baño público, no importa que estés en el autobús o en el subterráneo y hablan de fútbol!!!
Le preguntas a unos novios o esposos como se conocieron y muy posiblemente te dirán: "y, nos conocimos en la cancha".
A mi parecer esto solo hace mejor a un país, no se mezcla el trabajo con la familia, la política con los amigos y viceversa. Si esto no los convence, deben a ver como después del trabajo se quitan el traje de corbata y se visten de remera con botines para jugar como lo hacíamos después del colegio.
Pero toda esta alegría y ese ambiente futbolístico lleno de buenas vibras, se ve empañado por un tema que está ligado a la violencia.
Al llegar a las afueras de las canchas te encuentras con una multitud de policías, tanques de aguas y escudos protectores, como si fueran a la guerra. Al entrar a las tribunas te separa del terreno de juego una cerca con alambre de púas como si de un campo de concentración se tratara, un corral para animales o en su defecto para los llamados "Barras Bravas" o solo hinchas que al parecer, se les olvida que se trata de un juego.
Capaces de destruir sus propias canchas si sus equipos pierden el campeonato o el partido en el que se decidía el descenso, lesionan, golpean, y hasta matan a los fanáticos rivales.
Como consecuencia, con el pasar de los años se implantaron medidas de seguridad como por ejemplo: exceso de policías y armamento en las entradas y salidas de los estadios, rejas de contención y alambrado de púas, separación entre los visitantes y locales, al finalizar el partido los visitantes salen de la cancha y 20 minutos después (como mínimo) salen los locales, entre otras. Solo se olvidan de esto cuando juega la selección y alientan solo por dos colores, el blanco y el celeste.
Fue entonces que recordé y valoré cuando iba a los juegos de beisbol en Venezuela, a los llamados Caracas-Magallanes, lo cual es el equivalente a un Boca-River. La actitud de los venezolanos dentro del estadio, lo bonito que es sentarse a mirar el juego junto a un aficionado rival o seguramente un amigo del equipo contrario, donde podíamos hablar, joder y por qué no, tomarnos una cerveza juntos. Sin una reja que nos separara del campo de juego, para así pedirle un autógrafo a los jugadores y hasta una foto para recordar ese día. Al termino del juego, los ganadores salen felices y los perdedores no tanto, pero esto no impide comerse una arepita a las afueras del estadio con el que hace minutos fue tu "rival" y comentar sobre el juego, hablar sobre las mejores jugadas, y claro, la respectiva "joda sana" al perdedor.
Todo esto lo perdió la Argentina con sus actos de violencia y locura en muchos años de historia futbolística, y estas, son las pequeñas cosas que te hacen disfrutar un poco más el deporte, porque al fin y al cabo, el fútbol es un juego, ¿o me equivoco?
Álvaro Lara.
10/06/2010
Buenos Aires, Argentina.
¿El robo de Joyce o la indiferencia de la MLB?
Es muy posible que como Venezolanos nos sintamos robados, timados y hasta humillados... No se cual era la intención de Joyce, no creo que quisiera actuar en contra de Armando, pero es obvio que se equivocó. Y DE QUE MANERA!, pero los errores ocurren, somos humanos. En mi opinión, Galarraga fue un caballero, como pocos pueden ser en un momento como ese en el cual las emociones se mezclan. Joyce aceptó su error, pidió disculpas, y hasta lloró, es obvio su arrepentimiento... Así que tanto jugador como umpire cumplieron, ambos tomaron los papeles que debían tomar.
Pero lo sorprendente es que la MLB no intervenga, no cambie la decisión del umpire que de manera obvia se equivocó en su veredicto, prácticamente se lavan las manos diciendo: "Estaríamos pasando sobre la autoridad de el arbitro". Pero si el mismísimo Joyce acepta su error, si confiesa que es merecido borrar ese hit que indica que solo fue un juego más, con un buen pitcheo. Pero NO lo fue, la realidad es que Galarraga lanzó un juego perfecto, es el segundo latino en lograrlo y el numero 21 en 100 años de historia beisbolística. Además, literalmente logró 28 outs extraoficiales.
La verdad es que Venezuela anoche se acostó a dormir con un sabor amargo y una sensación de rabia e impotencia. Al despertar e ir a tomarse su café, los diarios le recordaron la desagradable escena de anoche y entre otras cosas, la caballerosidad intachable de Galarraga.
Por todo lo ocurrido, es "POSIBLE" que en un futuro, no muy lejano, tengamos un juego más justo, umpires con una herramienta para sentenciar las jugadas cerradas, me refiero a que la posibilidad de tener repeticiones instantáneas, para así evitar errores como el de anoche.
Tal vez en los libros de historia no aparezca el nombre de Armando Galarraga en el numero 21 de los juegos perfectos, y no podrá enseñarle a su hijo un texto en el que salga su nombre en la nombrada lista, sino que por su parte, puede marcar un antes y un después en el béisbol de las ligas mayores siendo el pitcher que provocó el uso de tecnología en las decisiones arbitrales luego de un error “fatal” en un juego de esos que logras una sola vez en la vida, esos que llamamos: juego perfecto.
Álvaro Lara Márquez
(03-06-2010)
Buenos Aires, Argentina